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La agroindustria comienza a tener sus grupos de riesgo
|| Alejandro Rollan
lavoz.com.ar


La logística complica la provisión de algunos insumos. Hay preocupación en las granjas porcinas.

Nadie está exento. El carácter de actividad esencial no exceptúa a la agroindustria de los efectos que pueda llegar a desencadenar el coronavirus en el país.

Si bien desde el 20 de marzo, cuando comenzó el aislamiento social y preventivo, su desenvolvimiento le ha permitido cumplir con su tarea principal que le exige el momento –proveer de alimentos a la población–, su estructura comenzó en los últimos días a exhibir signos de fatiga.

Esa agitación que altera su ritmo es propia de una economía a la que le faltan eslabones claves para un funcionamiento integral.

Es por eso que, a medida que avanza la cosecha de soja y de maíz, hay demoras, por ejemplo, en las entregas de silos bolsa. Se trata de una tecnología clave para apuntalar el almacenamiento en chacra, en tiempos en que el transporte de granos se ve también afectado por la emergencia sanitaria.

No es que el insumo esté en falta, según sostienen sus fabricantes. Lo que complica el abastecimiento es la logística, cuyos tiempos de entrega se duplicaron y se extienden a plazos que van más allá de los 30 días. Todo en una época en la cual se calcula que la demanda de los envases rondará en esta campaña las 450 mil unidades, necesarias para embolsar algo así como 90 millones de toneladas de granos.

La maquinaria agrícola también había pasado a ser un grupo de riesgo. Si bien desde el lunes las fábricas retomarán la actividad, el parate desde el 20 de marzo las había obligado a dejar de producir y a no vender equipos; sólo el servicio técnico y de repuestos mantuvo una guardia mínima y activa, en especial con la mayor parte de las máquinas trabajando en el campo.

“Veníamos realizando teletrabajo en áreas como administración, ingeniería y desarrollo, y marketing, pero había un límite. La situación nos obligó a recortar para este año un 25 por ciento el presupuesto, que era cinco por ciento superior al año pasado. Se vienen meses de mucha incertidumbre”, reconoció un empresario cordobés del sector.

Preocupación en las granjas

Los productores de cerdos también están atentos a cualquier estornudo.

Si bien por ahora la situación en los frigoríficos goza de buena salud, cualquier parate en las plantas por la aparición de un caso de coronavirus sería complicado para la cadena. Y en especial en la de cerdo, donde los establecimientos habilitados en Córdoba se cuentan con los dedos una mano.

A diferencia del novillo, cuya terminación para faena es más flexible, en el caso del cerdo no hay forma de retenerlo más en las granjas cuando llega a los 110 kilos. “Estamos probando alargar las dietas energéticas para prolongar la estadía de los capones en las granjas, pero no es fácil”, admitió un productor del norte de la provincia, para quien una potencial paralización en la faena sería “catastrófico” para la producción porcina. “No habría donde poner los cerdos”, dimensionó.

El dato no es menor: en 2019 por primera vez en la historia en Córdoba se faenaron más cerdos que bovinos.

La producción de etanol de maíz, que tiene a Córdoba como la mayor aportante al mercado nacional para la mezcla obligatoria con las naftas, también transita una coyuntura complicada. La demanda de nafta, cayó en los últimos días alrededor de 70 por ciento por la menor actividad económica, y en igual proporción lo hizo el etanol, que se mixtura con el combustible fósil al 12 por ciento.

Si bien la demanda de alcohol con destino medicinal (en especial, en gel) compensa en algo las pérdidas, la capacidad ociosa de las plantas de etanol es alta.

Durante el año pasado, Córdoba produjo 387 millones de litros del combustible sobre la base de maíz para el mercado interno; su contribución representó el 70 por ciento de la elaboración del derivado a partir del cereal y 35 por ciento del total –1.077 millones de litros–, lo que incluye también al generado a partir de la caña de azúcar.

Con una capacidad industrial de casi 600 millones de litros por año, el sector del etanol de maíz hoy cuenta con una capacidad ociosa de 270 millones de litros, 45 por ciento de su potencial. Un gran desperdicio para un sector que puede abastecer sin problemas el corte con la nafta al 15 por ciento y sustituir además importaciones. Un verdadero ahorro para una economía que va a tener que seguir ajustando luego de la pandemia.

 

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