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INICIANDO EL AÑO ANIVERSARIO DE NUESTRA
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Carne ovina en la mesa de los
argentinos todos los días
Sebastián Tamashiro (SLT-FAUBA)
lacapital.com.ar
Entre el alambrado y el atardecer, los balidos de miles de ovejas se mezclan
con el ruido de insectos y aves. Estamos en un recuerdo del sudoeste bonaerense, donde hoy
hay cada vez menos ovejas. Sin embargo, técnicos y productores ovinos de la zona trabajan
para revitalizar la actividad. Señalan la falta de registro de animales y la venta
informal como los principales desafíos y resaltan la necesidad de amplificar la voz de
los productores para que esta carne ovina alcance las mesas diarias de las familias.
Hace algunas décadas, las majadas del sudoeste de Buenos Aires tenían entre 600 y
1.000 animales y representaban un pilar fundamental en la mayoría de los
establecimientos, explicó Mercedes Testa, egresada de la Escuela para Graduados de
la Facultad de Agronomía de la UBA (EPG-Fauba) y coordinadora de grupos de Cambio Rural
con asiento en la Agencia de Extensión Rural Pigüé, del INTA.
Cuando cayó el precio de la lana a nivel mundial, la realidad cambió. Las vacas
desplazaron a las ovejas, y a su vez, muchos productores ovinos se mudaron a las ciudades.
En la actualidad, las majadas son, en promedio, de 300 animales, y los productores, cada
vez menos. Pasaron de ser un eslabón fundamental en la historia regional a
enfrentar límites estructurales y culturales, contó Testa.
Bajo la alfombra de lana
La egresada, quien también es veterinaria de la UBA, destacó que el principal desafío
es la informalidad. Menos de la mitad de los ovinos de la región están registrados
en el Senasa, y gran parte de su carne se ofrece a través del mercado informal.
Esta información está contenida en su tesis de Especialización en Desarrollo Rural
(EPG-Fauba).
Los animales se suelen faenar en el campo a fin de año y se venden a las carnicerías
locales o a vecinos en la misma tranquera. Una de las razones es que muy pocos
frigoríficos reciben ovinos; suelen quedar lejos y ofrecen precios bajos. Quieren comprar
por unidad y no por kilo de carne, y se desvirtúa el valor, agregó.
El apoyo técnico del INTA y de los diferentes programas que articulan con el mismo
juega un papel vital en este contexto, remarcó Testa, y agregó que el rol de los y
las técnicas para revitalizar el sector es muy diverso: acompañar la producción y la
comercialización, coordinar actividades y articulaciones y escuchar las demandas.
Testa resaltó que formalizar el sector y contar con información clara es fundamental
para generar políticas adecuadas para los productores. Por ejemplo, promover el
registro de las majadas y habilitar más salas de faena.
El consumo en el país
Al mismo tiempo, buscan fomentar el consumo de la carne de oveja. La ofrecemos en
ferias con recetarios e información nutricional. Tratamos de que el ovino pase a ser
parte de la dieta diaria familiar, de acercarlo del campo a la mesa, señaló la
egresada de la Fauba.
Para eso, plantean producir corderos a lo largo de todo año y no solo para las fiestas.
Al respecto, Mercedes afirmó: Se puede lograr con cruzas entre razas o al correr
fechas de reproducción. Queremos que se vendan corderos pesados y trozados en
carnicerías de forma constante.
Testa puntualizó que es necesario que los productores tengan más participación en el
origen de los proyectos y las políticas para desarrollar el sector. Tienen que
formar parte de los espacios en los que se toman decisiones. Después de todo, son los
protagonistas.
Para finalizar, Mercedes consideró que hay posibilidades de que el sector crezca,
sobre todo de la mano de los productores de lana que ya se organizaron para desarrollar la
esquila, el acopio y su propia venta.
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