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En el corazón agrícola: un
estudio reveló contundentes resultados sobre qué pasa al producir sin agroquímicos
Pilar Vazquez
lanacion.com.ar
Menos rinde, menos margen y más desafíos. Eso es lo que revela un estudio
reciente del INTA Pergamino sobre qué ocurre cuando se produce sin fitosanitarios. El
trabajo permite dimensionar el impacto de las restricciones al uso de agroquímicos, que
en este partido rigen desde 2019 por una medida judicial.
En una parte de la experimental del instituto, alcanzada por esa resolución, los
técnicos compararon cultivos manejados sin fitosanitarios ni fertilización con planteos
convencionales. El resultado, medido a partir de los promedios de seis campañas
agrícolas, mostró que la soja de primera rindió en promedio apenas el 41% respecto al
sistema tradicional, la soja de segunda cayó en promedio al 24% y el trigo al 60%. Aunque
se redujeron los costos en insumos, los márgenes también se achicaron considerablemente.
Los menores gastos que puede tener un sistema de exclusión no alcanzan a compensar
la disminución en el rendimiento. Por eso el margen bruto obtenido es menor,
explicó Andrés Llovet, técnico del INTA Pergamino.
Todo empezó en agosto de 2019, cuando la justicia prohibió aplicar fitosanitarios cerca
del ejido urbano de Pergamino: 1095 metros para aplicaciones terrestres y 3000 metros para
las aéreas. Lo que arrancó como una medida cautelar para un grupo de productores luego
se amplió a toda la ciudad. Así, más de 6000 hectáreas quedaron fuera del manejo
productivo tradicional, lo que afectó a unos 100 productores.
Hasta ese momento, en Pergamino regía una ordenanza municipal (8126/14) que limitaba el
uso de fitosanitarios solo a 100 metros, con una franja adicional de 500 metros con
productos restringidos. Pero con el fallo judicial parte del campo experimental del INTA
quedó dentro del área afectada. Y eso permitió algo inédito: medir qué pasa cuando se
produce sin insumos químicos en plena zona núcleo.
Con datos de seis campañas, el equipo armó una distribución de rendimientos y
márgenes. Así se compararon de forma más precisa los sistemas con fitosanitarios y los
que no los usaron. Los planteos convencionales se hicieron con siembra directa, aplicando
fitosanitarios y fertilizantes; en cambio, los ensayos bajo exclusión se realizaron sin
agroquímicos ni fertilización, y con labranza convencional. Esa diferencia en el manejo
también fue considerada en el análisis.
En soja de primera, el planteo sin insumos rindió en promedio 15 quintales por hectárea,
contra 36 quintales en el sistema convencional. En trigo, los cultivos sin agroquímicos
llegaron en promedio al 60% del rinde habitual. Y en soja de segunda, el resultado fue el
más bajo: en promedio apenas el 24% del rendimiento promedio del sistema tradicional.
La diferencia económica también fue fuerte. En soja de primera, el margen bruto promedio
en convencional fue de US$494 por hectárea, mientras que el planteo sin insumos terminó
en promedio en US$ 24/ha. En trigo, el margen bajó en promedio de US$268 a US$167
por hectárea.
No usamos ningún insumo químico y valorizamos la maquinaria como si fuera
contratada. Eso evita subestimar costos, como pasa cuando se usa maquinaria propia sin
pensar en su reposición, aclaró el técnico.
Además de los cultivos tradicionales, el equipo del INTA evaluó otras opciones para
zonas con restricciones: producción de forraje con extracción (sin animales en el lote)
y engorde de bovinos a pasto con suplementación de grano. Esta última alternativa
mostró mayor estabilidad en los márgenes entre años, aunque con sus propios problemas.
La agricultura tiene más variabilidad interanual. El forraje ofrece márgenes más
bajos pero más estables, aunque presenta otros desafíos como el enmalezamiento. Y la
carne con suplementación es la que empieza a mostrar resultados más promisorios y
estables, señaló. De todos modos, aclaró que esta última también tiene
dificultades: Tener animales cerca de rutas o grandes ciudades presenta riesgos:
robos, escapes, accidentes. Eso también hay que tenerlo en cuenta.
Aunque la experiencia evidenció caídas importantes en rendimiento y márgenes, algunos
cultivos se adaptaron mejor. El trigo, como cultivo anual, es más estable. También
los planteos de vicia con maíz tardío, que permiten incorporar nitrógeno al sistema,
muestran buen comportamiento", señaló.
Concluyó con una advertencia sobre las diferencias entre zonas periurbanas: No
todos los periurbanos son iguales. En pueblos chicos quizás uno puede hacer ganadería
con menos riesgo. Pero en ciudades grandes como Pergamino, con más de 100.000 habitantes,
los desafíos son distintos.
El objetivo del estudio no fue discutir la validez de las restricciones, sino mostrar qué
pasa cuando cambia el manejo productivo. Los técnicos buscaron que los datos sirvan para
pensar alternativas reales y adaptadas. Se continúa analizando la viabilidad de
distintas alternativas de cultivo y su sostenibilidad dentro del sistema productivo,
indicó.
Podemos seguir evaluando muchas alternativas: combinaciones de cultivos, carne,
forrajes, incluso sistemas silvopastoriles y formas de comercialización. Pero lo
importante es generar información útil para contextos donde no se pueda usar
fitosanitarios y en contextos periurbanos similares a los de la ciudad de Pergamino,
cerró Llovet.


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