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30 aniversario del
portal agropecuario argentino con mayor permanencia en Internet



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imágenes AGROAREA. No Integra el artículo original
El maíz requiere de
políticas y planes para lograr el despegue necesario
Federico Zerboni
lanacion.com.ar
El sector agropecuario argentino ha demostrado una y otra vez su capacidad de
producir, innovar y generar valor, incluso en los contextos más adversos. Durante este
último año, desde Maizar trabajamos intensamente en múltiples frentes: una nueva ley de
biocombustibles que incremente su uso en el país; la consolidación de la Red Nacional de
Monitoreo de Dalbulus maidis, que contribuyó de manera crucial al manejo de la plaga
conocida como chicharrita; ensayos de maíz bajo riego en la Patagonia para
ampliar la frontera productiva; la creación de estándares de comercialización para el
sorgo. Además, con la mira puesta en aprender y potenciar el desarrollo de la cadena
maicera y la agroindustria en general, participamos en congresos en el país y en foros
internacionales.
En particular, trabajamos para incidir positivamente en políticas públicas a través del
Consejo Agroindustrial Argentino, la Fundación Barbechando junto con el Espacio
Legislativo Interpartidario del Agro (ELIA), la Red de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA),
la Alianza Internacional del Maiz (Maizall), la Coalición Panamericana de Biocombustibles
Líquidos, el Grupo de Países Productores del Sur (GPS), la Segunda Cumbre Sudamericana
AgroGlobal y el lanzamiento del Espacio Parlamentario Agroindustrial Sudamericano, entre
otras iniciativas.
¿Por qué hacemos todo ese esfuerzo de articulación institucional? Porque miramos el
exitoso ejemplo de crecimiento y desarrollo de Brasil, que en lo que va de este siglo se
ha consolidado como una potencia agroindustrial. No lo consiguió sólo por su capacidad
productiva, sino porque entendió algo fundamental: que el crecimiento no depende de
esfuerzos aislados, sino de la coordinación público-privada con un rumbo claro.
El ejemplo más contundente del trabajo que hizo el agro brasileño es el Instituto Pensar
Agropecuaria (IPA), que convoca a todo el sector para discutir internamente, consensuar y
definir un plan estratégico para su país. De allí sale hacia los políticos un solo
mensaje unificado, que luego se transforma en leyes, medidas y acciones coherentes con un
horizonte común. El resultado que han tenido es notable: año tras año crecen en
producción, incremento del valor agregado, infraestructura, uso de biotecnología,
conectividad, puertos y competitividad.
Caso inverso
A la inversa, en la Argentina hay una tendencia a la fragmentación, que es uno de
nuestros mayores déficits. Las diferencias de enfoque y de lógicas institucionales hacen
que cada sector impulse su propia agenda, legítima, pero sin una visión común. Así, a
la política le llegan mensajes confusos, contradictorios y muchas veces intrascendentes.
El resultado es que se acumulan medidas inconexas, no se impulsan políticas coordinadas
para la agroindustria en el marco de una estrategia de desarrollo de país. Y, aún peor,
se suele ver al sector meramente como una caja para recaudar. Hace poco, un ejecutivo de
una de las principales empresas agroalimentarias argentinas, cuyos productos llegan a todo
el mundo, dijo: Aquí, muchas veces, al generar valor, terminamos
perdiéndolo. Increíblemente, es cierto: los impuestos municipales y provinciales,
los sobrecostos logísticos y la falta de previsibilidad hacen que, con frecuencia,
transformar los productos primarios no sea sinónimo de mayores ingresos, sino de
pérdidas. Algo inaudito en otros países.
Es imperioso dejar de ser individualistas. Necesitamos un plan estratégico nacional para
el agro argentino, que marque un rumbo de largo plazo, alinee actores y le dé a los
políticos un mensaje claro y único. No se trata de renunciar a la diversidad de miradas,
sino de construir unidad en los objetivos.
El gobierno actual, que se ha visto fortalecido por el resultado de las elecciones
legislativas del domingo pasado, pretende hacer reformas estructurales. ¿Cuál es el plan
que la agroindustria le propone al Gobierno? Estamos frente a una oportunidad histórica
para que el agro deje de ser un actor que reacciona y se convierta en un actor que
propone. Pero para lograrlo, es preciso ordenar la casa, unirse y salir a hablar con un
consensuado y potente proyecto.
Ejemplo vecino
Brasil muestra que la articulación entre producción y política fortalece e impulsa al
sector. En la Argentina también podemos hacerlo, si somos capaces de construir acuerdos
que trasciendan personas y coyunturas.
No hay tiempo que perder, cada vez nos va a costar más competir. Los países vecinos
siguen creciendo, tienen cada vez más energía, más servicios, más conectividad, más
infraestructura logística, más uso de biotecnología, en definitiva, son cada vez son
más competitivos. Es tiempo de ir para adelante y dejar de verla pasar. El maíz tardío
nos invita a ello.
El futuro no llega solo, se construye, y solo podrá ser promisorio si el agro argentino
fija un rumbo común, un plan estratégico basado en el diálogo, la coherencia y la
generosidad institucional.
El autor es presidente de la Asociación Maíz y Sorgo Argentino (Maizar)


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