
























AGROAREA ®
©1994-2025 | NIC.AR | Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción total o
parcial sin la expresa autorización de sus editores. Contenidos del web con deposito de
propiedad intelectual protegida según ley 11.723 de la República Argentina y aplicable
en tribunales Internacionales. AGROAREA es una denominación de origen agro web mundial y
hace valer sus derechos habientes desde 1995 a la fecha.
AGROAREA Redacción y edición
digital: Telefax: 54-11-5368-1696 / Buenos Aires, ARGENTINA.
|

  
30 aniversario del
portal agropecuario argentino con mayor permanencia en Internet


Banco
imágenes AGROAREA. No Integra el artículo original
Megaestafa: un escándalo sin
precedentes por más de US$250 millones sacude al agro de Uruguay y hay decenas de
argentinos damnificados
Pilar Vazquez
lanacion.com.ar
El sector agropecuario uruguayo quedó sacudido por un escándalo sin precedentes.
Una megaestafa financiera, disfrazada de inversión en ganadería, dejó a miles de
personas sin sus ahorros y con un vacío de más de 250 millones de dólares. Entre los
más de 6000 afectados hay, al menos, 60 argentinos que también fueron víctimas del
colapso de un sistema que, según los especialistas, operaba bajo un esquema Ponzi.
El fraude salió a la luz el año pasado cuando una de las tres empresas involucradas,
Grupo Larrarte, fue denunciado, entre otras cosas, de apropiación indebida, asociación
para delinquir, estafa y lavado de activos. La firma entró al poco tiempo en concurso de
acreedores. A partir de ahí, como en un efecto dominó, República Ganadera y,
finalmente, Conexión Ganadera, también colapsaron. Esta última era el fondo ganadero
más grande de Uruguay y manejaba alrededor de 400 millones de dólares de inversores de
distintos tamaños.
Si bien son empresas distintas, no tienen relación entre sí, pero los especialistas
explicaron que todas operaban con el mismo esquema: recibían dinero de terceros para
supuestamente invertir en ganado. Eran fondos ganaderos que captaban
dinero, en general, de actores fuera del sector para actividades productivas en
ganadería, ofreciendo tasas de interés muy por encima del mercado, explicó Rafael
Tardáguila, director de Tardáguila Agromercados, en diálogo con LA NACION.
Las tasas de interés prometidas eran tentadoras. En algunos casos, indicó, como el de
Grupo Larrarte, alcanzaban el 11,3% en dólares, cuando la ganadería tradicional ofrece
rentabilidades del 3 al 4%. Lo que hacían era ofrecer como un bono en el que quien lo
compraba adquiría ganado bovino que el grupo engordaba en campos. Obviamente, era
muy atractivo. Pero también era, a todas luces, un negocio muy riesgoso. Era claramente
un esquema Ponzi, agregó Tardáguila. Según detalló, eso le permitió a las
firmas pagar intereses a los inversores mientras ingresaba dinero nuevo, pero una vez que
se redujo el flujo de capitales, el sistema colapsó.
Grupo Larrarte fue el primero en caer a mediados del año pasado. Según detalló, era un
fondo relativamente chico, de unos 20 millones de dólares, pero dejó expuesta la
fragilidad del sistema. El problema fue que esto generó una especie de corrida en
el sector: la gente dejó de invertir no solo en Larrarte, sino también en otros fondos,
y empezaron a retirar su dinero. Así cayó, entre noviembre y diciembre, República
Ganadera, que manejaba unos 80 millones de dólares, explicó Tardáguila.
El más grande de todos era Conexión Ganadera, que en teoría compraba ganado con el
dinero de los inversores y luego les devolvía una renta fija de al menos un 7%. Sin
embargo, a finales de noviembre pasado, uno de sus directivos, Gustavo Basso, sufrió un
accidente automovilístico fatal. Manejaba su auto Tesla a 150 kilómetros por hora cuando
chocó contra una maquinaria vial en la ruta 5. Este era un fondo de unos 400 millones de
dólares.
Se sabe que el mayor inversor tenía unos 12 millones de dólares, pero también
hubo pequeños ahorristas que colocaron entre 20.000 y 30.000 dólares. En Conexión
Ganadera había casi 5000 inversores afectados, mientras que en los otros fondos se
contaban alrededor de 1000 más, sumando un total de entre 5500 y 6000 damnificados,
incluyendo a argentinos, dijo el experto uruguayo.
Uno de los problemas más graves fue la falta de regulación. En Uruguay los
negocios financieros están regulados por el Banco Central, pero estos fondos, al operar
bajo el modelo de capitalización de ganado, no estaban regulados, explicó
Tardáguila. No había ningún control que garantizara que, al invertir 30.000
dólares para comprar vaquillonas, el dinero efectivamente se usara para eso. En realidad,
los fondos no compraban el ganado, sino que usaban la plata para pagar intereses a los
inversionistas previos, un esquema Ponzi clásico, agregó. Ahora se estima que,
como mucho, los inversores podrán recuperar entre el 10% y el 15% de su dinero. Más
allá de la cantidad de damnificados, lo que quedó en evidencia es la falta de
regulación y el riesgo de la inversión sin control.
Carlos Esponda, abogado del estudio Dotta & Esponda, representa a unos 420
damnificados, de los cuales 60 son argentinos. También hay inversionistas franceses,
españoles, estadounidenses e incluso un empresario indio. Aseguró que hay embajadores
entre los afectados. Son muchos afectados y mucho dinero. Hay gente que había
puesto todos sus ahorros y ahora está con un futuro totalmente incierto, con los sueños
rotos. Muchas personas mayores trabajaron toda su vida y confiaron en una empresa con 25
años de trayectoria, pero lo perdieron todo, lamentó Esponda.
Entre los 60 afectados argentinos, algunos viven en la Argentina y otros son
inversionistas que hace años se mudaron a Uruguay. Las sumas invertidas van desde 50.000
hasta 800.000 dólares. Presentamos cerca de 50 denuncias penales que están siendo
investigadas en la fiscalía. Lo que denunciamos es una estafa a través de un esquema
Ponzi: el dinero de los nuevos inversores se usaba para pagar intereses y capital a los
anteriores, explicó el abogado.
Según detalló, República Ganadera dejó aproximadamente 1600 personas afectadas y
tenía un activo de 80 millones de dólares, aunque en realidad solo quedaban 20, lo que
significa un vacío de 60 millones de dólares. Conexión Ganadera, la más grande,
contaba con 4200 inversores y un capital total de 400 millones de dólares. De esa suma,
aparentemente solo quedaban 150 millones en activos.
Son empresas distintas, no tienen relación entre sí, pero todas operaban con el
mismo esquema: recibían dinero de terceros para supuestamente invertir en ganado,
señaló Esponda.
Además, precisó que, actualmente, las tres empresas están en concurso de acreedores por
separado. En República Ganadera, hay una interventora; en Larrarte y Conexión Ganadera
hay un síndico, que es la misma persona en ambos casos. Además, la causa penal sigue en
curso en la fiscalía de lavado de activos. Ya se dispusieron medidas como el cierre de
fronteras y la entrega de documentos a los representantes de las empresas.
También Esponda detalló que hay cooperación internacional con la Argentina y Paraguay
porque se sospecha que se lavaba dinero a través de estas estructuras. Desde la Justicia
ya se está pidiendo a los principales inversionistas que justifiquen el origen de sus
fondos Se estima que al menos el 30% de los afectados no se presentará a verificar
sus créditos, justamente por distintas razones, concluyó.



|