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Cambió el mapa productivo: el
temor, la jugada obligada y el cultivo que volvió y sorprendió esta cosecha
Juan Pablo Ioele
lanacion.com.ar
El inicio de la cosecha y la aparición de los primeros fríos marcan el
cierre de la campaña 2024-25. Una campaña que estuvo marcada por el cambio de escenarios
continuos durante su desarrollo.
Durante la época de planificación y presiembra los principales factores en la decisión
de asignación de cultivos en los lotes eran por ese entonces: la chicharrita, el
pronóstico de año Niña y el bajo precio de los granos. Estos factores ponían en alerta
a numerosas regiones del país que venían muy golpeadas por malas campañas anteriores y
justamente en esas áreas es donde el riesgo era mayor.
Recordemos que el atraso en la fecha de siembra en maíz justamente es una tecnología de
proceso recomendada para enfrentar ambientes más restrictivos, permitiéndote almacenar
el agua de la primavera en el perfil previo a la siembra y ubicar el periodo crítico del
cultivo en un periodo de menor demanda ambiental entre otras ventajas. Pero también se
especulaba con la aparición nuevamente del achaparramiento producido por Dalbulus maidis
(chicharrita) muy fresco en el recuerdo de todos los que la padecieron. A este contexto
también se sumaban empresas agropecuarias desfinanciadas por los resultados económicos
de las últimas campañas que, directamente, preferían no correr más riesgos y decidirse
por soja reduciendo la inversión necesaria para llevarlos a cabo.
Esta suma de factores produjo un cambio en el mapa productivo que se venía viendo en los
últimos años en gran parte del país, con el retorno del girasol a esos ambientes un
poco más restrictivos como opción al maíz tardío y también con un crecimiento del
área de soja y sorgo.
La sorpresa del girasol
El girasol volvió y se consolido nuevamente en numerosos planteos donde los resultados
fueron de buenos a muy buenos. Como se terminó presentando el año con una primavera
benigna y un enero seco el girasol obtuvo mejores resultados que alguno de sus
competidores en esa misma fecha de siembra en ambientes inferiores. Por ejemplo, tenemos
lotes vecinos de soja y girasol sembrados en octubre en suelos clase de uso IV entre
Leones y Noetinger donde cosechamos 2800 kg/ha de girasol y 1900 kg/ha de soja.
Respecto de maíz la suerte dependió de la fecha de siembra utilizada en el ambiente que
fueron implantados. En base a esto se generaron varios escenarios en las diferentes
regiones, por ejemplo, por temor a la chicharrita gran cantidad de productores en zonas
restrictivas ambientalmente decidieron sembrar temprano.
Estos cultivos se implantaron correctamente y tuvieron en general muy buenas condiciones
durante sus etapas vegetativas, acompañados por una primavera fresca y húmeda. Pero
cuando desde mediados de diciembre se cortó el agua y empezaron a golpear después los
picos térmicos de enero esos cultivos se derrumbaron, porque generalmente son ambientes
sin capacidad de retener agua o tienen algún problema de sales.
En cambio, los sembrados en diciembre en esas mismas regiones experimentaron una
situación casi inversa, fueron sembrados con el perfil cargado de la primavera, luego
tuvieron un estadio vegetativo complicado en cuanto a temperaturas y lluvias que
determinaron en menor desarrollo del cultivo, pero las lluvias le llegaron a tiempo desde
su periodo crítico hasta llenado de granos generando en esas zonas mejores expectativas
de rinde que los tempranos.
En cuanto a los maíces sembrados en buenos ambientes también se generaron dos
situaciones contrastantes en los tempranos. Estuvieron los que con las escasas
precipitaciones de inicio de septiembre se arriesgaron a sembrar y por otro lado los que
esperaron que se recomponga un poco el perfil hídrico y aumenten las temperaturas para
una correcta implantación.
Los sembrados en septiembre fueron acompañados por las lluvias de la primavera durante su
periodo vegetativo y expusieron su periodo crítico en las todavía buenas condiciones
ambientales de diciembre, sufriendo un poco posteriormente en llenado de granos que es
donde resintieron algo su rendimiento. En cambio, los tempranos sembrados desde mediados
de octubre en adelante ya empezaron sufriendo desde inicio de floración, situación por
la cual numerosos lotes experimentaron una importante removilización de su caña y hoy
están teniendo problemas quebrado y vuelco previo a su recolección.
Otra característica de la campaña fue el escape de malezas, generado por un banco de
semillas cada vez mayor en los lotes, sumado a una entrada de año Niña con
precipitaciones erráticas que no permiten el accionar de los herbicidas residuales que
actúan principalmente por hidrolisis y temperaturas frescas que retrasaron las pulsiones
de germinación las principales malezas resistentes.
Frente a esta situación, los genotipos que poseían tecnologías diferenciales para el
control de malezas en post emergencia hicieron la diferencia tanto en maíz como en soja.
Otra situación que se dio sobre el cierre de la campaña es la aparición de
precipitaciones cercanas al periodo de recolección. Situación no tan propicia para
efectuar las tareas de cosecha, principalmente por el estado del piso y el riesgo que
proporciona a los cultivos listos para trillar, pero que, a su vez, también genera una
luz de esperanza para la siembra cercana de la fina. Ya que en gran parte de la región
núcleo agrícola del país las precipitaciones invernales son casi nulas y se necesita de
una recarga otoñal de los suelos para poder realizarlos con éxito.
* El autor es asesor de productores en la zona núcleo



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