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agroarea-news.JPG (1678 bytes) Una visión sobre la quita de retenciones a la importación de maquinaria agrícola usada
Por Hernán Pueyo
clarin.com


Pasados ya algunos días desde la aparición del decreto 273/25, sobre importación de bienes de capital usados, que despertó distintas opiniones desde el sector agropecuario, según de qué lado del mostrador se esté, me pareció oportuno compartir mis apreciaciones, que garantizo están desprovistas de intereses particulares.

Mi mirada es la de un extensionista que transitó a lo largo de su vida profesional la formidable transformación del campo argentino, y que las circunstancias hicieron que conociera a los actores fundamentales de esas transformaciones.

En primer lugar, debo admitir que medidas de esta naturaleza son absolutamente coherentes con la política económica declamada por el Gobierno. De eso no caben dudas. De lo que si podemos dudar, son de los efectos que ella pueda tener, tanto favorables como desfavorables, para el sector.

Algunos aplauden, imaginando la gran posibilidad que se les abre de incorporar equipos a valores significativamente menores. El ministro cita un caso (cosechadora de US$ 300.000 en el mercado local, que cuestan US$ 100.000 en el país de origen). Si bien algunos refutaron esta cuenta, ya que cuando se incluye flete, impuestos, etc, esta diferencia no sería tan significativa, no lo tendré en cuenta a los fines de estas consideraciones.

Un punto que no puede ignorarse es que cualquier herramienta que se importe, requiere de servicios post venta. Si un productor lo hace por sus propios medios- o a través de un bróker- deberá poner en la balanza este tema que no es menor. Más en estos momentos, en que los equipos disponen de tecnología que requieren de especialistas ante problemas que se presenten. Suponiendo que ese problema se resuelva, porque quien importe sea la distribuidora o concesionaria local de esa fábrica, lo cual sería factible, ellas tendrían un dilema. En este caso, deberá explicarles a sus clientes actuales, que todas aquellas máquinas que actualmente poseen, disminuirán en la misma proporción su valor de venta. En la práctica significa una descapitalización.

Si bien es cierto que el parque de maquinarias en Argentina tiene una antigüedad mayor a la óptima, es poco probable que sean los poseedores de máquinas largamente amortizadas, los que salgan a importar una más nueva. Y los que están en la avanzada tecnológica, que sí tienen las condiciones para hacerlo, preferirán lo más nuevo. Por algo son la avanzada.

Me ubico ahora en el lugar de los fabricantes locales, que en principio serían los más preocupados por esta medida. Que con razón aducen que sus precios están altamente influidos por la carga impositiva, lo que no puede discutirse. Aquí es donde desde el sector productor ve con satisfacción este decreto, ya que opinan que muchas veces existieron abusos de los fabricantes, que en los precios de venta intentaban cubrirse ante los vaivenes de nuestra economía poniendo valores que consideraban exagerados. Puede que sea cierto, pero lo mismo nos sucedió a todos los consumidores del rubro que sea. De allí que la estabilidad económica sea algo que debamos valorar en toda su dimensión.

A mi entender, la preocupación no debería ser tanta. La industria nacional en diferentes equipos es de avanzada, y por cierta valorada en muchos países del mundo. Por lo cual no tendría mucho sentido importar usadas, y más si no cuenta localmente con servicios de post venta. Es un riesgo demasiado alto que no valdría la pena correr.

Pero imaginemos el caso extremo, improbable, de un gran ingreso de equipos usados destinados al campo. ¿En qué cambiaría la situación del sector?

La incidencia que sobre los resultados de una cosecha tendría esa reducción del valor de la maquinaria utilizada sería insignificante. Y el país no lograría crecer en la producción de granos como consecuencia de la incorporación de toda esa maquinaria. Aquellos que adquirieron equipos supondrán que hicieron un buen negocio. Si compraron, digamos, un tractor, a mitad de precio de lo que valía en el mercado interno, pareciera serlo. Pero también deberá pensar que, paralelamente, todo su capital en maquinaria como valor de reventa se reduciría a la mitad.

A su vez, el país no generaría más divisas gracias a esta medida (como país, deberíamos mirarlo desde ese punto de vista). Por el contrario, puede que afecte, y mucho, a las numerosas fábricas ubicadas en el interior del país. Eso dicen los industriales y tienen razón.

Esta puja entre productor e industria sobre la medida, según desde dónde se vea, entiendo que finalmente no conduce a ninguna mejora para la economía del país.

Y, para concluir, diré algo que no es ninguna novedad: si queremos realmente crecer en la producción de granos, eso será cuando se eliminen las retenciones. No basta declamarlo, hay que hacerlo. Y cuanto antes mejor. El sector ya lo ha demostrado de un modo indiscutible cuando ello sucedió, y agradezco haber sido testigo y, de alguna manera, protagonista de que eso sucediera.

No perdamos tiempo con estas pequeñeces que no son para un país que desea ser grande. Sigamos apostando a los grandes avances tecnológicos que el mundo nos ofrece, y que nosotros también ofrecemos al mundo de la maquinaria agrícola.agroarea-news.JPG (1678 bytes)

* El autor es ingeniero agrónomo

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