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El Banco Mundial dijo que la
sostenibilidad fiscal no puede ser a expensas del agro
Pilar Vazquez
lanacion.com.ar
El Banco Mundial (BM) advirtió en un informe que la sostenibilidad
fiscal y las dietas asequibles en Argentina no tienen que lograrse a expensas de la
competitividad del sector y el comercio. En un reporte difundido por el organismo,
se refirió así al sector agroalimentario nacional y, además, dio una serie de
recomendaciones al respecto. El BM destacó que países como México, Brasil, Nueva
Zelanda y Australia han demostrado que es posible mantener la seguridad alimentaria
interna mientras se abastecen mercados internacionales. Según el organismo, la Argentina
debería adoptar un modelo similar para preservar su competitividad global y promover la
sostenibilidad económica.
Mantener la competitividad global del sector agroalimentario argentino es una
inversión en la sostenibilidad económica del país, subrayó. Sugirió que reducir
las restricciones comerciales no arancelarias aumentaría los ingresos que pueden
ser reinvertidos en transferencias específicas a los consumidores, contribuyendo
así a una mayor estabilidad económica.
Como ya contó LA NACION hace diez días, según el organismo entre 2011 y 2021 las ventas
agroalimentarias al exterior de la Argentina cayeron un 1,3% anual, mientras su
participación en los mercados internacionales disminuyó del 2,7% al 2,2%. En paralelo,
otros países competidores crecieron. Al respecto, el informe se refirió a la pesada
carga impositiva al sector agroalimentario. El magro desempeño que la Argentina ha
mostrado recientemente en la producción y exportación agroalimentaria respecto de su
potencial puede atribuirse en gran medida a las deficientes políticas macroeconómicas,
fiscales y comerciales que han frenado el desarrollo del sector, señaló.
Mencionó que los altos impuestos a las exportaciones [entre otros productos, la soja
tributa un 33%] diferencian a la Argentina de la mayoría de las naciones. De 84 países
con datos disponibles, solo 19 aplican un impuesto específico a las exportaciones.
Los impuestos a las exportaciones se encuentran entre las medidas más distorsivas
para recaudar ingresos fiscales debido a su impacto fuertemente perjudicial en la
producción y el comercio, razón por la cual se utilizan en tan pocos países,
apuntó.
Destacó que lo que complica aún más las cosas es que los impuestos a las
exportaciones y las regulaciones que los rodean han venido cambiando
constantemente, generando incertidumbre para los productores y exportadores.
Los cambios recurrentes en las tasas de los impuestos a las exportaciones y en los
productos incluidos en la base imponible de dicho impuesto son una de las principales
causas de la falta de inversión de los productores agropecuarios, explicó.
También advirtió sobre la aplicación de impuestos provinciales, como los ingresos
brutos. El impuesto a los ingresos brutos, que representa alrededor del 75% de los
ingresos fiscales de los gobiernos provinciales, rara vez se utiliza en otros países
porque es distorsivo, indicó.
Inversiones
En este contexto, dijo que en la última década las inversiones públicas en bienes y
servicios agropecuarios en la Argentina han disminuido drásticamente, de US$629,5
millones en 2011 a US$229,6 millones en 2021. Precisó que la Argentina está muy
rezagada en servicios logísticos esenciales para mantener bajos los precios de los
alimentos en los mercados internos y competir en los mercados de exportación. Un estudio
reciente estimó que, si se ampliara el uso del transporte ferroviario para los granos se
podrían sumar 14 millones de toneladas adicionales al año, mientras que el aumento del
transporte en barcazas fluviales generaría otros 3,5 millones de toneladas adicionales al
año. El actual entorno de políticas macroeconómicas conduce a una estructura
productiva que no responde a las señales de precios internacionales, a las condiciones
climáticas y del suelo, ni a la tecnología disponible, indicó el BM.
El informe resaltó que los múltiples tipos de cambio, distintos en las diferentes
cadenas de valor agroalimentarias podrían ser incluso más perjudiciales que los
impuestos explícitos, ya que son menos transparentes y, en cierto modo, más distorsivos
y ad hoc.
En este contexto, el BM planteó que, con un entorno normativo adecuado, el sector
agroalimentario podría convertirse en un importante motor de crecimiento y prosperidad
compartida tanto para el desarrollo regional como para la economía argentina en su
conjunto. Esto requeriría acciones en varios niveles y en diferentes escalas de
tiempo, explicó.
Destacó la necesidad de reducir las limitaciones normativas, con énfasis en la
reducción de los impuestos a las exportaciones. Reducir las limitaciones normativas
que pesan sobre el sector agroalimentario de manera fiscalmente responsable, sobre todo
los impuestos a las exportaciones es esencial para estimular el crecimiento.
También habló de desarrollar políticas para el sector agroalimentario que sean
socialmente inclusivas, promoviendo una distribución equitativa de los recursos y
oportunidades para todas las partes interesadas.
Por último, el reporte habló de implementar medidas para aumentar la resiliencia del
sector agroalimentario, asegurando que contribuya tanto a los objetivos nacionales como a
los globales de sostenibilidad.
Vale recordar que, si bien no bajó las retenciones, el gobierno de Javier Milei desde que
asumió eliminó trabas para exportar en carne, maíz y trigo. También avanzó en una
desburocratización de normativas que impactaban sobre la actividad agropecuaria. Bajó
trámites y requisitos para la producción.



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