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Explosión de casos: alertan
sobre un impactante avance de la garrapata y la muerte de cientos de vacas
Mariana Reinke
lanacion.com.ar
Pese a que algunos productores optan y prefieren el silencio para evitar ser
señalados por tener el rodeo sucio, meses atrás las denuncias de otros
ganaderos entrerrianos sobre la presencia de garrapata en sus campos y la muerte de sus
animales encendieron las alarmas en la provincia.
De nada sirvió que en los puestos camineros de Entre Ríos, ubicados en los límites
provinciales, en una constante, las autoridades sanitarias rechacen camiones con hacienda
infestada de garrapata y devuelvan a su lugar de origen para evitar la propagación del
parásito.
Una de las que alzó la voz en alerta fue la productora ganadera de San José de
Feliciano, María Luisa Malicha Sardá, luego de que tuviera consecuencias
devastadoras en su establecimiento: la muerte de al menos 200 vacas tras interrumpir el
tratamiento sanitario por un tiempo. También, a otro ganadero, directamente por abandonar
el plan de control, le volvió una garrapata más virulenta y le mató unos 100 vacunos.
El problema tiene raíz multifactorial. Desde la relajación de controles en
provincias limítrofes como Corrientes, hasta la resistencia del parásito a tratamientos
tradicionales como la ivermectina, sumado a los efectos acumulados del cambio climático,
la sequía e incendios, explicó una fuente técnica de la provincia consultada.
Este medio buscó tener la opinión de autoridades de Corrientes, pero hasta el momento no
respondieron.
Durante los incendios de los últimos años, las autoridades flexibilizaron el movimiento
de hacienda para salvar animales, lo que provocó circulación sin controles. "Se
permitió trasladar animales sin la documentación sanitaria correspondiente. Eso generó
circulación sin control sanitario, advirtieron.
En Corrientes, el abandono de los baños sistemáticos agravó el panorama, según dijeron
a este medio. La zona sur de la provincia, que funcionaba como un buffer
sanitario para Entre Ríos, perdió su condición de barrera. Muchos
departamentos abandonaron la lucha activa, y eso tiene consecuencias directas para las
provincias vecinas, remarcaron.
Para Sardá, que ya arrastra una pérdida significativa tanto en lo productivo como en lo
económico, es momento de tomar el toro por las astas, ya que los pequeños
productores serán los más perjudicados si la expansión de la garrapata no se detiene.
No tienen cómo hacerle frente si esto sigue así, advirtió.
Por su parte, Sergio Dalcol, directivo de la Fundación de Lucha Contra Fiebre Aftosa de
Entre Ríos (Fucofa), dijo que hoy hay un crecimiento sostenido en los focos. No es
una situación descontrolada, pero sí preocupante. Estamos reforzando los controles junto
con el gobierno provincial y el Senasa, para intentar retrotraer la situación a niveles
manejables, como en 2015, cuando se había bajado a unos 300 focos, señaló.
Actualmente, Entre Ríos registra unos 800 focos, pese a que la provincia cuenta con un
plan sanitario único en el país, financiado con el 8% del valor de la vacuna antiaftosa
que pagan los productores.
Es la única provincia que revisa en destino todas las tropas. En otras provincias,
basta con un Formulario de Inspección y Despacho de Animales (FIDA), que muchas veces no
refleja la realidad sanitaria del lote, destacaron.
Según informaron, Corrientes produce un millón de terneros por año y el 80% egresa
hacia otras provincias, entre ellas Entre Ríos. En muchos remates se especifica: No
apto para Entre Ríos, por tener requisitos sanitarios más estrictos. A veces
llegan tropas desde Santa Fe, que supuestamente vienen de zonas limpias, en realidad
fueron enviadas desde el norte, donde hay garrapata. Es muy difícil luchar si el resto
del país no acompaña, dijeron.
Según informa el Senasa en la web, la garrapata es un ectoparásito que se alimenta de
sangre y otros fluidos de los animales que parasita. Se encuentra distribuida en casi
todas las regiones ganaderas del mundo de zonas templadas, subtropicales y tropicales y
genera muchos inconvenientes en la producción ganadera, desde pérdida de
productividad en kilos de carne, hasta la mortandad de la hacienda por la conocida
tristeza bovina, enfermedad transmitida por este vector.
La estructura debilitada de la ganadería también complica el control. Hoy hay
menos personal en el campo. Si se deja una vaca sin tratar, puede desovar y reinfectar el
rodeo. Además, muchos campos tienen alambrados rotos y mangas en mal estado,
señalaron fuentes consultadas. Sumado a que muchos bañaderos de los llamados públicos
han sido clausurados tiempo atrás y hoy ya no están disponibles.
La garrapata, además de causar pérdidas por baja de peso y ganancia diaria, transmite
enfermedades como la tristeza bovina complejo que incluye la babesiosis y el
anaplasma que puede causar la muerte. Así se llama porque el animal queda anémico:
la babesiosis la transmite exclusivamente la garrapata, mientras que el anaplasma puede
llegar por otras vías como el tábano. La consecuencia final es que el animal con
tristeza tiene una alta probabilidad de morir, advirtió Dalcol.
Uno de los mayores desafíos es la resistencia del parásito a varios productos, lo que
obliga a realizar análisis en laboratorio antes de aplicar tratamientos. Desde
Fucofa recomendamos que los productores envíen muestras para determinar la sensibilidad
de la garrapata, y así usar los productos adecuados, dijo Dalcol.
En este contexto complejo, la Federación de Asociaciones Rurales de Entre Ríos (FARER)
trabaja en un convenio junto con el Consejo Federal de Inversiones (CFI) y el Fondo de
Garantías de Entre Ríos (Fogaer) para financiar obras como baños de inmersión.
Construir un baño cuesta alrededor de 20 millones de pesos. No todos pueden
afrontar esa inversión sin ayuda, aclaró.
La situación se agrava en departamentos del norte entrerriano como San José de
Feliciano, La Paz, Federal y Federación. Allí, la combinación de falta de
infraestructura, montes que avanzan sobre alambrados y el cruce de hacienda desde zonas
sucias genera nuevos focos. La presión de la garrapata disminuyó con la sequía,
pero al volver la humedad, se disparó la infestación, explicó Dacol.
Pese a la complejidad, los técnicos coinciden en que la lucha es posible. No
estamos ni por asomo en una situación como la de Corrientes, donde los niveles de
mortalidad son alarmantes. Pero no podemos bajar la guardia. El abordaje tiene que ser
nacional. El 90% de los productores cumple, pero ese 10% que no lo hace puede tirar todo
por la borda, concluyó Dacol.



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